Boka nu
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Bidra med feedback¡Me encantó este restaurante ruso! Perfecto para una cena romántica, el local se encuentra en uno de los rincones de la Plaza de la Paja en Madrid. Por fuera parece un restaurante común, pero al entrar nos envuelve una atmósfera romántica, con mesas iluminadas solo por velas, vajilla de La Cartuja (lo comprobé...¡Jajajajajaja!), y el salón a media luz. La decoración es cuidada y muy acorde con la Rusia de los zares. Dos platos por persona más té ruso: 45€. El menú que elegimos fue: de primero, arenque marinado con verduras/pimiento relleno de verduras con nata agridulce. De segundo, chuleta de cordero deshuesada con patatas panadera/coteletas de pollo con setas. En resumen, una opción perfecta para una noche en pareja, ¡y no olvidéis pedir al final un té ruso con mermelada, quedaréis alucinados al ver dónde os lo sirven!
¡Delicioso! Tuve una comida maravillosa en su terraza en medio de la Plaza de la Paja. La gastronomía rusa me llamaba mucho la atención y no la había probado muchas veces, así que no dudé en pedirla. Probamos sus blinis con ahumados (con salmón, trucha y otro pescado que no puedo recordar) acompañados de una salsa agria y mezclum. ¡Realmente delicioso! También probamos una especie de crepe relleno de espinacas y frito por fuera, así como unas brochetas exquisitas. Para beber, elegimos la Sangría rusa, que también fue recomendada. El precio no es barato, pero vale la pena para darse un capricho.
En el corazón de Madrid, esta plaza cuenta con una deliciosa variedad de bares, restaurantes de alta calidad y rincones para pasear. Entre todos ellos destaca Cosaco, de origen ruso, un lugar tranquilo para disfrutar de una caña en cualquier momento del año. Por la noche, si el clima acompaña y tienen terraza, no es tan bullicioso como la plaza más cercana, la plaza de La Cebada.
Naci en Rusia, conozco la cocina rusa. Este sitio es cualquier cosa menos ruso. El supuesto Olivier era una mezcla del supermercado, con una salsa de yogur insípida, sin mayonesa ni jamón ni sal. La ensaladilla de pescados ahumados, una cosa patética: unas hojas de verdura, con poquísimo pescado, otra vez, sin sal ni condimentos. El guiso de cordero que pedí fue horrible: seco, sin sabor, y con arroz basmati. En la supuesta cocina rusa. El tartar de mi mujer, más que mediocre, todo, horrible, les pregunté si había заливное, sin los cuales un restaurante ruso no lo es, y qué va. nada y La fiesta salió 75 por pareja, y todo eso, con raciones microscópica.
Curioso encontrarse en pleno barrio de La Latina, rodeado de bares de tapa, un restaurante ruso. De hecho, estábamos unos amigos de tapeo buscando un sitio en alguna terraza, vimos uno, nos sentamos... Y nos dimos cuenta de que era un ruso. Y dijimos... Habrá que probar. No comimos al uso, sino que pedimos un par de cositas para picotear. Y la experiencia fue muy agradable. Repetiré