Boka nu
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Bidra med feedbackEs un sitio de esos que te sumergen en otra época, incluso en otra ciudad. Está en una de las calles más guapas de Madrid, a mi, desde luego, me encanta. El sitio es perfecto para comer, cenar, tomar algo rápido, una reunión de amigos... Eso sí, no te fies de lo pequeño de su parte de arriba, la parte de abajo está de lujo y te puedes sentar sin agobios. Muy cerca tienes algún sitio que no te puedes perder, como el ya mítico Home Burger.
En el corazón del barrio de Malasaña se encuentra esta cafetería, del estilo de todas las que se encuentran en esa zona pero original en sí misma, como todas las demás. Es un local muy 'cuco ', lleno de flores; con paredes, suelos y muebles dignos de una serie americana de los 60. Pero el decorado no es lo único digno de admirar. Lolina cuenta con dos salas, el piso superior, lleno de luz y colores, la barra y ventanas enormes que dan a la calle. Y el piso inferior, oscuro, iluminado con luz ténue y lleno de sillones, cada uno distinto. En esta animada cafetería podemos encontrar desde batidos naturales, té, cafés, tartas, pasteles, brownies y zumos hasta ensaladas, perritos calientes, cocktails y copas. Digno de ser visitado, pero cuidado! Siempre está hasta arriba
Toda la cafetería está muy bien, pero el salón de abajo es lo más acogedor del mundo. Con luz baja, decoración muy bonita, sofás cómodos, buena música... El ambiente es genial; hay, de hecho, bastante gente sola con el ordenador, trabajando o simplemente estando, tipo Starbucks pero mucho más auténtico. Es de mis favoritos de Malasaña.
E instantáneamente al entrar te invade una sensación genial. Un lugar donde en tiempo se ha detenido. Todo funciona a otro ritmo, y las cosas son de tamaño más reducido. Como el de una botella de Coca-Cola de cuarto de litro. Las bicicletas vuelan, y los cafés se sirven al ritmo de Elvis Presley. El reloj se paró y quedó anclado en otra época, allá por 1960. Desde aquí, y a través de loa cristales del Lolita Vintage Café de Malasaña lo ves todo con otro color. De un color naranja rosado, como de zumo de plátano con fresa.
Bello y apañado café de atmósfera vintage, también en la calle Espíritu Santo, que, insisto, se ha convertido en poco más de un año en una pasarela de locales encantadores para pasar un buen rato. O la tarde entera. Muchas tardes paso al Lolina Vintage y mis cafés se alargan tres horas: los sofás de la planta baja, la luz cálida y la música sesentera invitan a quedarse eso y más. Quizá por eso se está convirtiendo en una de las cafeterías must de Madrid, también cada vez más llena de gente que portátil o libro en mano aprovecha la atmósfera para leer o trabajar con calma. Decoración del salón de tus abuelos pero bien puesta y carta decente. El café, a 1,5, viene con galletita, lo cual me parece fundamental.